¡Si me queréis irse!

¡SI ME QUERÉIS IRSE!

La llegada de un nuevo miembro a la familia suele ser motivo de alegría y celebración. Son muchos los familiares, amigos y conocidos que se acercan hasta el hospital a conocer al recién llegado y felicitar a los padres. Pero… a caso ¿somos conscientes de las implicaciones que ello conlleva?

Los primeros días postparto son momentos delicados. La falta de horas de sueño, el cansancio por el trabajo de parto, el dolor y sobretodo el afrontamiento de una situación totalmente nueva empiezan a hacer mella. Un cúmulo de estrés que unido a las hormonas provoca un cóctel explosivo. Nos encontramos ante una situación de vulnerabilidad donde necesitamos tiempo, tranquilidad y descanso para tomar las riendas de nuestra nueva etapa vital.

Por otro lado, nuestro hijo necesita adaptarse a la vida extrauterina. Luces, olores y sonidos estimulan en sobre medida a un bebé acostumbrado a la calma del vientre materno. Su único anhelo en esos momento es el contacto piel con piel con su madre, donde su voz, olor, calor y latido de su corazón le transmiten la paz que necesita. El hecho de ser cogido en sus momentos de descanso y ser pasado de unos brazos a otros sólo amplifica la tensión a la que el niño se ve sometido.

Eva y Max postpato

Debemos evitar sentirnos obligados a atender a las visitas y sobretodo no postponer tomas a consecuencia de ello. Daros tiempo para descubriros, es un momento mágico que no volverá a repetirse.

La gente tendría que entender que se trata de un momento muy íntimo donde madre e hijo deben conocerse. Ya habrá tiempo de visitarlos en casa más adelante cuando la situación se normalice. Si realmente quieren ayudar, seguramente la madre agradecerá más un plato caliente o a alguien que pueda quitarle alguna tarea del hogar.

Pese a que familiares y amigos sabemos que lo hacéis con la mejor de las intenciones… Como dijo aquella gran folclórica… ¡Si me queréis irse!.

Miquel Vanrell

Enfermero, asesor de lactancia. Creador de Infolactam.